Saturday, April 27, 2013

Una nueva etapa

Iniciamos a partir del miércoles 24 de abril, una nueva etapa en esta ya ex-República, definida por Elisa Carrió como "La dictadura de las mayorías". A partir de allí, inicio este blog, para acompañar un proceso del cual debemos asumir que será difícil y del cuál probablemente sus resultados sean disfrutados por nuestros hijos y nietos.

Como se ha podido apreciar, el "vamos por todo" del cristinismo no sabe de límites institucionales ni constitucionales, trata de justificar un fin maquiavélico: acumulación de poder absoluto para conseguir la impunidad y la perpetuidad en la función pública, robando a diestra y siniestra. Están tan seguros de que lograrán ese cometido que ya ni siquiera les importa disfrazar estos objetivos, que ya son acabadamente conocidos por nosotros. Las cacerolas y las manifestaciones no han logrado hacer un mínimo daño, dado que resultan ser actos de catarsis de una sociedad exasperada e indignada, pero aún muy respetuosa del orden institucional y de la democracia. En ese contexto, el gobierno ataca cualquier disidencia con calificativos como golpistas, destituyentes, oligarcas, etc., porque pretende amedrentar, seguir anestesiando y estigmatizando a quien piense distinto o denuncie sus atropellos y abusos. Esta ha sido la estrategia con la oposición política, la Justicia, la prensa y los distintos "enemigos" que han ido generando. No nos olvidemos que a esta mal llamada "democratización de la justicia" se ha llegado con ya un 60% de los jueces cooptados, y con una reforma anterior al Consejo de la Magistratura en 2006, curiosamente también impulsada por CFK.

No propongo una solución violenta a esta situación terminal que estamos atravesando. La violencia los mitificaría y les daría motivos para fundamentar y reafirmar lo que hoy no tiene fundamento. Hay muchas formas de resistencia pacífica que harán más ruido que las cacerolas y las pancartas. La clave es resolver el problema actuando conforme al modelo de país que queremos, debatiendo, generando alternativas, negociando y logrando consensos, todo lo que este gobierno no hace y se le reclama en las movilizaciones. Parar el país (con la consiguiente movilización) es una opción viable, por el impacto que genera y porque se ataca directamente a la caja estatal. Pensemos, más allá de quienes son los gremialistas o los políticos opositores, que hay cada vez menos opciones, y que las urnas no garantizarán que se exprese nuestra voluntad. Recordemos que lo importante no es quién vote, si no quien cuenta los votos. Hay muchos DNI mellizos (un mismo número con dos y hasta tres titulares, con distintos centros de votación), y muchos “votantes fantasma”, es decir, gente que falleció y aún figura en el padrón. Lo ocurrido en Venezuela el pasado 14 de abril es una clara muestra de ello. Un país con la misma ideología y con la misma empresa, INDRA, a cargo del recuento, darán el mismo resultado deseado.
                                                                     
Todos tenemos el mismo objetivo, y ahora debemos concientizarnos de lo que se viene. Si bien la reforma al Consejo de la Magistratura debe volver al Senado, ya están para promulgar dos leyes igual de repudiables: La limitación a seis meses de las cautelares contra el Estado y la creación de tres nuevas cámaras de Casación. Para mí, serán el puntapié inicial de expropiaciones indiscriminadas y de persecuciones arbitrarias a quienes disientan con este gobierno, retrocediendo a etapas que ya se creían superadas. El Estado nos podrá quitar nuestra casa, y no podremos hacer nada. No lloremos como niños lo que no supimos defender como hombres. El momento es ahora. Hay que recuperar lo que nos han robado: la dignidad y la República.