Iniciamos a partir del miércoles 24 de abril, una nueva etapa en esta ya
ex-República, definida por Elisa Carrió como "La dictadura de las
mayorías". A partir de allí, inicio este blog, para acompañar un proceso
del cual debemos asumir que será difícil y del cuál probablemente sus
resultados sean disfrutados por nuestros hijos y nietos.
Como se ha podido apreciar, el "vamos por todo" del cristinismo
no sabe de límites institucionales ni constitucionales, trata de justificar un
fin maquiavélico: acumulación de poder absoluto para conseguir la impunidad y
la perpetuidad en la función pública, robando a diestra y siniestra. Están tan
seguros de que lograrán ese cometido que ya ni siquiera les importa disfrazar
estos objetivos, que ya son acabadamente conocidos por nosotros. Las cacerolas
y las manifestaciones no han logrado hacer un mínimo daño, dado que resultan
ser actos de catarsis de una sociedad exasperada e indignada, pero aún muy
respetuosa del orden institucional y de la democracia. En ese contexto, el
gobierno ataca cualquier disidencia con calificativos como golpistas,
destituyentes, oligarcas, etc., porque pretende amedrentar, seguir anestesiando
y estigmatizando a quien piense distinto o denuncie sus atropellos y abusos.
Esta ha sido la estrategia con la oposición política, la Justicia, la prensa y
los distintos "enemigos" que han ido generando. No nos olvidemos que
a esta mal llamada "democratización de la justicia" se ha llegado con
ya un 60% de los jueces cooptados, y con una reforma anterior al Consejo de la
Magistratura en 2006, curiosamente también impulsada por CFK.
No propongo una solución violenta a esta situación terminal que estamos
atravesando. La violencia los mitificaría y les daría motivos para fundamentar
y reafirmar lo que hoy no tiene fundamento. Hay muchas formas de resistencia
pacífica que harán más ruido que las cacerolas y las pancartas. La clave es
resolver el problema actuando conforme al modelo de país que queremos, debatiendo,
generando alternativas, negociando y logrando consensos, todo lo que este
gobierno no hace y se le reclama en las movilizaciones. Parar el país (con la
consiguiente movilización) es una opción viable, por el impacto que genera y porque
se ataca directamente a la caja estatal. Pensemos, más allá de quienes son los
gremialistas o los políticos opositores, que hay cada vez menos opciones, y que
las urnas no garantizarán que se exprese nuestra voluntad. Recordemos que lo
importante no es quién vote, si no quien cuenta los votos. Hay muchos DNI
mellizos (un mismo número con dos y hasta tres titulares, con distintos centros
de votación), y muchos “votantes fantasma”, es decir, gente que falleció y aún
figura en el padrón. Lo ocurrido en Venezuela el pasado 14 de abril es una
clara muestra de ello. Un país con la misma ideología y con la misma empresa,
INDRA, a cargo del recuento, darán el mismo resultado deseado.
Todos tenemos el mismo
objetivo, y ahora debemos concientizarnos de lo que se viene. Si bien la
reforma al Consejo de la Magistratura debe volver al Senado, ya están para
promulgar dos leyes igual de repudiables: La limitación a seis meses de las
cautelares contra el Estado y la creación de tres nuevas cámaras de Casación.
Para mí, serán el puntapié inicial de expropiaciones indiscriminadas y de persecuciones
arbitrarias a quienes disientan con este gobierno, retrocediendo a etapas que
ya se creían superadas. El Estado nos podrá quitar nuestra casa, y no podremos
hacer nada. No lloremos como niños lo que no supimos defender como hombres. El
momento es ahora. Hay que recuperar lo que nos han robado: la dignidad y la
República.
Muy buenas palabras Facu! Te felicito por el blog y por la iniciativa de decir la verdad en tiempos difíciles. Un abrazo
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